TDAH: La falta de tratamiento puede acarrear el fracaso... los pequeños

TRASTORNO
En España hay hasta un 8% de niños que sufren hiperactividad
La falta de tratamiento puede acarrear el fracaso académico, social o familiar de los pequeños

Autor:
Alejandro Posilio
Fecha de publicación:
29/12/2008

Entre el 5 y el 8% de los niños españoles padecen trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), enfermedad que consiste en la alteración del sistema nervioso central que provoca dificultades de concentración, falta de atención, sobreexcitación, impulsividad y cierto descontrol. Aunque se desconocen las causas que la producen, en general ha sido clasificada como un desorden vinculado a factores genéticos y de origen neurobiológico.

Aunque esta patología no muestra síntomas específicos, sus manifestaciones más comunes son la incapacidad de concentración, dificultad para seguir instrucciones, desorganización en cualquier ámbito, falta de escucha en conversaciones y carencia de eficacia en planteamientos.

También existe otra sintomatología de comportamiento relacionada con este trastorno, como son movimiento constante, dificultad para permanecer quieto en un lugar, correr exageradamente, jugar con brusquedad e interrumpir las intervenciones de otras personas.

Hoy en día es muy común escuchar a algún padre decir que su hijo es hiperactivo porque no para. Y aunque la inquietud es una característica habitual de este trastorno, sobre todo en los casos más extremos, esta conducta no es exclusiva del niño hiperactivo ni es necesaria para su diagnóstico. Realmente está presente en muchos otros trastornos, como ansiedad, depresión o de desarrollo. Además, un niño sano también puede presentar un cierto nivel de inquietud.

El TDAH afecta normalmente a los niños en edad escolar, a partir de los seis años, pese a que ya se está diagnosticando a menores de cuatro años. Se reparten de forma casi equitativa entre todas las comunidades autónomas. Aunque hay estudios que aseguran que la hiperactividad es cuatro veces más frecuente en varones que en mujeres, los datos de la Organización Mundial de la Salud señalan que el 53% son niños y el 47% niñas.

Con el tratamiento adecuado y una supervisión continua, los pacientes pueden llevar una vida normal. El 20% de los casos superan este trastorno con una vida adulta satisfactoria y sin cambios de conducta. Del 80% restante, el 60% puede mitigar los efectos y tener una vida más o menos acorde con la sociedad actual, mientras que un 20% seguirá presentando los síntomas de forma severa.

Trastornos asociados

La detección precoz es fundamental para evitar trastornos asociados, como conductas desafiantes, ansiedad, abuso de drogas, depresión y falta de sueño. Debido a la falta de pruebas específicas para su diagnosis, se recurre a test neuropsicológicos para determinar qué carencias pude tener el paciente. Según el profesor Jesús Honorato, presidente del Instituto de Estudios Médico Científicos (Inesme), «en más de la mitad de los casos (61%), el trastorno puede tardar en diagnosticarse un año o más desde la aparición de los primeros síntomas, y solo 15 de cada 100 niños son diagnosticados en menos de seis meses». La falta de tratamiento puede acarrear el fracaso del niño en aspectos de su vida como el académico, el social o el familiar.

Cariño, cariño y más cariño es el medicamento más eficaz recetado por los expertos para tratar este trastorno, aunque tampoco viene mal la mano derecha y el respeto. Pero también hay tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos de los que echar mano, en función del desarrollo de la patología.